Por Bergallo, Marina
Fantin, Jorgelina
Florio,
Paola
El día jueves
28 de junio un grupo de alumnas de 2do, 3ro y 4to año del Profesorado de Inglés
visitamos el colegio “Perito Moreno” ubicado en Martínez, provincia de Buenos
Aires, acompañadas por las profesoras Nélida Gallo y Elina Tobler. En total no
éramos más de 15 personas, ya que el colegio no autorizó un mayor número de
visitantes. Este colegio se caracteriza por tener una pedagogía no tradicional
llamada “Waldorf”, la cual está basada en las ideas del austríaco Rudolf
Steiner, quien sostenía a la antroposofía como base para considerar al ser
humano como individualidad de espíritu, alma y cuerpo.
A las 8.30
horas fuimos recibidas por la directora Carmen y su secretaria Mercedes,
quienes nos dieron la bienvenida y nos explicaron los lineamientos básicos con
los que se rige la institución: existir, pensar y hacer.
La actividad
inicial que observamos fue una ronda en el patio en la cual los niños de primer
grado ejercitaban conocimientos prácticos ya adquiridos acompañándolos con
movimientos corporales. Antes de comenzar, ellos recitaban una oración en la
que se proponían aprovechar el día y aprender mucho; luego reciclaban
conocimientos de matemáticas, lengua y biología. Para matemáticas, los chicos
recitaban las tablas del 2 y del 3 mientras hacían movimientos cruzados de
brazos y piernas (Brain Gym). Cuando repasaban lengua los niños elegían
palabras para armar oraciones, con cada palabra daban un paso adelante, y con
sus cuerpos dramatizaban las diferentes puntuaciones y las mayúsculas. Para
repasar biología los alumnos, nuevamente con sus cuerpos representaban el
crecimiento de una planta a través del tiempo. Todas estas actividades tienen
como objetivo que el niño explore el mundo y que aprenda a través de la
experiencia, de esta forma podrá desarrollar su imaginación y creatividad.
Carmen
mencionó que ese día en el cual hicimos la visita era especial, porque los
alumnos estaban practicando para el festival de los farolitos, el cual se
realizaría la noche siguiente. En esta ceremonia, padres y alumnos encenderían
faroles construidos por ellos mismos y compartirían la luz.
Posteriormente
nos dividimos, algunas nos quedamos en la primaria y otras fuimos a la escuela
secundaria, ubicada a una cuadra.
La escuela
primaria sorprende a primera vista. En el edificio principal así como en cada
escalera y esquina fluía armoniosamente la construcción y la naturaleza.
Algunas alumnas se dirigieron al salón de 6to grado y allí pudieron observar
que el mismo no tenía puertas cuadradas ni ángulos rectos, al igual que todos
los demás salones. Este salón está pintado de color anaranjado pero los otros
salones tienen otros tonalidades. El color de las aulas representa la
personalidad de los alumnos, ya que acorde a esta pedagogía hay 4 tipos de
carácter: melancólico, sanguíneo, flemático y colérico. Los alumnos se agrupan
de acuerdo a sus temperamentos, ya que esto hará que sus personalidades se
desarrollen al máximo.
Otra cosa que
hemos observado es que cuando el recreo termina, no escuchamos ningún timbre,
sólo a las maestras aplaudiendo con un ritmo especial. Esto concuerda con el
hecho de que la pedagogía Waldorf considera a la tecnología como dañina para el
desarrollo de la imaginación. En la clase de Inglés, por ejemplo, llamó mucho
nuestra atención que los alumnos no trabajasen con audio, y que en cambio, la maestra fuera la que
recitara una poesía, y no un cd, como habitualmente vemos en cualquier clase de
idioma extranjero.
Otra
característica de la metodología Waldorf es que los alumnos no trabajan basados
en un libro de texto ni fotocopias, sino que construyen sus propios cuadernos y
copian absolutamente todo del pizarrón. Esta actividad permite el desarrollo
del costado artístico de cada estudiante, quien decora y construye su libro de
acuerdo a sus experiencias y vivencias.
En la escuela
primaria para que esto sea posible encontramos en cada salón al menos 2
profesores, los cuales poseen roles diferentes. La maestra o maestro que lleva
adelante la clase de manera tradicional, utilizando el pizarrón como
herramienta clave, mientras el maestro
ayudante recorre los bancos aclarando dudas y ayudando a los alumnos en las
diferentes actividades propuestas. También asisten al colegio chicos con
capacidades diferentes, quienes, al considerarse necesario, son asistidos
durante toda la jornada escolar por una maestra especial quien se ocupa de
realizar las adaptaciones curriculares correspondientes para que el niño no
solo trabaje a la par de sus compañeros, sino que también pueda compartir el
espacio áulico con ellos.
En la escuela
secundaria, el trabajo es muy diferente al de una escuela convencional. Las
clases se dividen por “época”, un período intensivo que dura aproximadamente un
mes, y en el cual se desarrolla un área específica, por ejemplo matemática,
biología o literatura. En cada año escolar, las materias están relacionadas
para que el alumno pueda crear y relacionar conceptos. Si en literatura se ve
el renacentismo, en geografía se estudia Europa en los siglos XV y XVI, así
como también en historia se explica este periodo. Una de las cuestiones más
sorprendentes de esta metodología es que aspira al desarrollo de las inteligencias
múltiples en los alumnos, por eso es común ver en las aulas a los chicos y
chicas realizando otras actividades mientras el profesor expone su clase. Al
observar una clase de literatura, cuando el profesor leía, varias alumnas
tejían o bordaban, esto daba la impresión de que las mismas no estaban atentas,
sin embargo a la hora de reflexionar en grupo y de preguntar, todos expusieron
sus críticas y esto denota claramente que habían escuchado a la profesora. Cada día después de un módulo de dos horas de
clases, los alumnos, siempre recitando una oración al finalizar, se dirigen a
atender distintos talleres creativos, carpintería, costura, manualidades,
tejido, entre otras.
También fuimos
invitados a visitar el profesorado de la escuela Waldorf. En el salón, los
bancos estaban distribuidos en forma de círculo, generando un sentimiento de
igualdad entre alumnos y docentes. Una vez ocupados todos los lugares, algunos
alumnos tuvieron que sentarse en el suelo, formando otro círculo más chico
dentro del anterior. En el centro del mismo, los alumnos depositaron una enorme
canasta con diferentes agujas y lanas. Ellos retiraron de allí sus trabajos
empezados o tomaron nuevas lanas y se pusieron a tejer, mostrando una gran
habilidad. Otros estudiantes, comían naranjas, bananas o mandarinas, las cuales
muy amablemente compartieron con nosotras. Todo esto nos haría creer que los
alumnos no estaban realmente concentrados o prestando atención, pero para
nuestro asombro, ellos formularon preguntas que demostraron que todos estaban
atentamente escuchando las palabras del profesor.
Después de un
largo día, volvimos a la ciudad de Rosario con una mirada diferente de la
educación, si bien habíamos trabajado con la pedagogía Waldorf en el
profesorado, estar ahí y vivir, aunque sea por un ratito, esta forma diferente
de ver al alumno y de educarlo, profundamente nos hizo reflexionar: acerca de
cuánto nos falta aprender como enseñantes, acerca de la individualidad de cada
persona, acerca de cómo la escuela tradicional muchas veces no se adapta a sus
alumnos, y sobre todo, acerca de la importancia de trabajar en grupo, como
comunidad, ya que es la mejor manera de aprender y mejorar cada día.